martes, 21 de octubre de 2008

“Nosotros somos seres racionales, de los que toman las raciones en los bares”
Julián Hernández

El lector habitual del Jardín sabe que este blog no se caracteriza por su carácter vanguardista; imagino que sus detractores –si los hubiere, que no sería mala cosa- le achacarán cierto halo antiguo o incluso rancio. Pero es lo que tienen los blogs, que uno escribe sin censura y a quien no le guste puede hacer cola para que le ondulen. Así que hoy toca un momento nostálgico, relacionado esta vez con cierto terruño donde el cielo es siempre gris.

Hace poco leí un artículo sobre la referencia actual del gafapastismo gallego, Xoel López-Deluxe (a quien siempre recordaré por su gran frase “vamos a tocar una canción muy conocida…. bueno, en España no tanto” antes de interpretar “There’s a light that never goes out” de los Smiths, versionada en su momento hasta por Mikel Erentxun). El hombre en cuestión hablaba sobre las maravillas de su último disco, su próxima participación en el Nosecuántos Independent Supercool Pichiflís Festival, etc. Entre tanto comentario alternativo e independiente no pude evitar pensar: ¿Realmente esto es lo más original que tenemos en Galicia?

Probablemente Galicia nunca se haya caracterizado históricamente por ser vivero de grandes creadores o intérpretes musicales (dejando a un lado el género folk, sobre el cual seré suficientemente astuto como para no poner de manifiesto mi absoluta ignorancia). Pero sí hemos tenido nuestros momentos: grupos musicalmente aseados (Cómplices), grupos visualmente desaseados aunque demoledores (Los Suaves), poperos con cierto brillo en su momento (Los Limones), intérpretes tan terribles como divertidos (Aerolíneas Federales), y muchos otros que se me olvidan (inconscientemente o a propósito, depende).

Pero sobre todos ellos, a mi parecer, destacan los incomparables Siniestro Total. Los protagonistas del castañazo automovilístico más famoso de la historia musical española serán recordados como un grupo de culto, de los que están por encima del bien y del mal. De esos que logran cosas imposibles como pulverizar gilipolleces como la rivalidad Coruña-Vigo, o conseguir que los gallegos por unanimidad se mojen (cosa harto difícil, como sabéis) sobre su genialidad.

Con una fórmula inicialmente punk y posteriormente evolucionada hacia el rock más clásico, Hernández, Costas y compañía demostraron que es posible ser genial sin grandes instrumentistas, sin grandes pretensiones musicales, y con un nivel moderado de incorrección política. Su estilo directo, sus letras absolutamente antológicas y su facilidad para reírse de todo, incluidos ellos mismos, han hecho de los vigueses una de esas bandas que ya ahora, cuando están en el final de su carrera, empezamos a echar de menos.

Seguro que pasará tiempo hasta que volvamos a ver un grupo así. Mientras tanto, en el hogar de Breogán tendremos que conformarnos con sujetos como Deluxe. Así que, para los que tengan mono nostálgico, cuelgo uno de mis videoclips favoritos de todos los tiempos, rodado en el mítico Kwai de Madrid. Buena semana.