martes, 26 de junio de 2007

“No tengo nada que darte. Mis flores perdieron el color del sol, ya no hay nada en mi jarrón, no puedo darte rosas”
Santos Fernández


Curioso el mensaje que me encontré el otro día en mi contestador. Un buen amigo, gran futbolero y mejor persona, me avisaba de que en Radio Marca entrevistaban en ese momento a ¡Los Limones! Mi incredulidad me hizo acudir a la red, para descubrir que el grupo con el que los ferrolanos de mi generación (y alguna otra más) hemos crecido era noticia por cantar el himno del ¡Getafe!, con ocasión de la reciente final de la Copa del Rey.

No daré más detalles de la noticia (los aficionados al escarnio pueden regocijarse visitando este
enlace). Sí diré que no me avergonzó, sino que me produjo una profunda tristeza.

Fue en el Ferrol de los 80 (también hubo años 80 en lugares distintos de Madrid) cuando unos alumnos del colegio Montefaro formaron los primeros “Limones del Caribe” (llamados así por el anuncio del gel “Fa”, primero de la televisión española en el que se veía un desnudo). Su disco “Sube la marea” (GASA, 1989) les lanzó a la fama, que alcanzaría su culmen en los primeros 90 (buenas cifras de ventas, números uno, giras nacionales, actuaciones en la Expo de Sevilla, etc.). A partir de ahí vinieron los cambios en la formación, cuyas razones no vamos a airear en estas líneas, pero que poco a poco fueron dinamitando el grupo y todo lo que le rodeaba, incluyendo, por supuesto, su éxito.

Tras años de pocas noticias, parece que los Limones han vuelto. A pesar de sus momentos más oscuros, han recuperado a alguno de sus componentes originales -también sabemos las razones y tampoco las diremos- y siguen conservando cierto nivel (su último disco incluye hasta una colaboración con el maestro Antonio Vega). Pero los nostálgicos que hemos estado ahí desde el principio sabemos que no es ni será lo mismo. Tendremos que conformarnos con escuchar nuestras viejas grabaciones de “Es mejor”, “Camino de tierra”, “Detrás de tus ojos”, etc. O mirar fotos como la de hoy y pensar ¿Qué fue de ti? ¿Quién ha cambiado?

En la foto, de izquierda a derecha: Pepe Ramos, Andrés Pita, Santos Fernández, Abel López, Rafa Pereira y Álvaro Lamas.

martes, 19 de junio de 2007

“...donde más no cabe un alma allí se mete a darse caña poseído por el ritmo ragatanga”
Manuel Ruiz (letra del tema "Aserejé")


Quienes por motivos profesionales sólo podemos irnos de vacaciones en agosto tenemos irremediablemente que hacer frente a diversas dificultades e incomodidades, como por ejemplo pagar más por nuestros billetes de avión y hoteles, perdernos el único mes en el que uno consigue aparcar en Madrid, no poder visitar el hemisferio sur sin bufanda y orejeras, etc, etc. Pero nada de ello es comparable a la mayor tortura del período estival: la canción del verano.

Según la Wikipedia, “no existe ningún organismo que designe oficialmente las canciones del verano”. Nos ha jodido mayo. A ver quién es el guapo que, salvo que desee morir joven y dejar un bonito cadáver, se atreve a proclamar al mundo “yo soy el que decide la canción que vais a escuchar 239 veces al día durante los próximos 3 meses”.

Repasando la lista de canciones del verano de los últimos cuarenta años, uno se sorprende al encontrar composiciones de calidad musical cuando menos decente (“Un beso y una flor”, “Dama, dama”, “Waterloo”, “Bailando” o “Hijo de la luna”). Este tipo de temas han desaparecido fulminantemente, y últimamente nos encontramos con joyas como “Papi Chulo”, “Obsesión”, “Gasolina” o el mundialista “Opá yo viazé un corrá”.

Muchas de las canciones del verano son y serán el único éxito del grupo que las dio a conocer (más información al respecto
aquí); otras son interpretadas por artistas que parecen nacidos –o creados- para este tipo de menesteres, como Georgie Dann, Raffaella Carrá o los sujetos de la foto (no me he resistido a ponerla después de ver esos impagables esmóquines blancos y ese fondo de estrellitas; concederemos el Freak Award de la semana a quien adivine quiénes son); la mayoría se hinchan a patadas con el diccionario de la RAE (antes de Nek yo no sospechaba lo mucho que podía doler un dolor.....). Sin embargo, con el paso de los años, hay canciones del verano que ganan en gracia, al menos desde el punto de vista del que suscribe. No hay más que recordar hits como “Eva María”, “Te estoy amando locamente”, “Saca el güisqui, Cheli”, “Hay que venir al sur” y tantos otros momentos musicales que siempre consiguen arrancar un bailecito y/o una sonrisa (previa ingesta generosa de espirituosos, eso sí).

Pero hasta que pasen esos años estamos condenados a sufrir. Quién sabe, a lo mejor dentro de unos años nos parece divertísima la canción de los “Micrófonos”. De momento, su videoclip mejora mucho si se le quita el sonido.....

martes, 12 de junio de 2007

“I just want to be able to play and make people feel good with what I do. When you're thinking that way, anything can happen. And, usually, what happens is good”
Mark Knopfler

Al igual que sucede en los negocios, existen algunas bandas en las que uno y uno suman más de dos. Es el caso de Dire Straits.

Fue allá por los setenta cuando los hermanos Mark y David Knopfler decidieron formar su propio grupo, junto con el bajista John Illsley (compañero de piso de David) y el batería profesional Pick Withers. Desde el principio, el carácter de la banda estuvo basado en un cuidado y agradable sonido (Mark Knopfler solía pedir a los gerentes de los pubs donde actuaban que mantuviesen el volumen de la música bajo, para que la audiencia pudiese conversar mientras escuchaba el concierto). Sus comienzos no fueron fáciles, hecho reflejado incluso en el propio nombre del grupo (“dire straits situation” es una expresión coloquial que significa algo así “situación problemática o extrema”).

Todo cambió con la publicación del single “Sultans of Swing” en 1978, que lanzó a la fama al grupo hasta convertirlo, con el paso de los años, en un referente de la música moderna, y a su líder, Mark Knopfler, en una de los guitarristas mundialmente más admirados. Sin embargo, el sonido Dire Straits nunca hubiera sido posible sin la espectacular base rítmica (de las que se ven pocas) formada por la guitarra de David, el bajo de Illsley y la batería de Withers. Si bien los mayores éxitos de la banda llegaron a mediados de los ochenta, con el álbum Brothers in Arms, la magia del grupo se forjó desde mucho antes. Ahora que los mp3 y similares permiten trocear los álbumes a gusto del consumidor, el lector no debería dejar de disfrutar de maravillas como “Wild west end” (Dire Straits, 1978), “Skateaway” (Making movies, 1980). “It never rains” (Love over gold, 1982) o una de mis favoritas, “Lady writer” (Communiqué, 1979), en la que la genialidad de los intérpretes se ve acompañada por la no menos elegante letra de Knopfler (“Just the way that her hair fell down around her face / And I recall my fall from grace / Another time, another place…”)

Cada vez que escucho grupos actuales de los considerados “musicalmente buenos” (Pernice Brothers, Wilco, etc.) me vienen a la mente los hermanos Knopfler. Ya no hay grupos así. Puede que seamos nosotros los que estamos ahora en una “dire straits situation”.

En la foto, Mark y David, Stratocaster y Telecaster en ristre.

martes, 5 de junio de 2007

“A Nacho y a Olvido les cambiaría muchas cosas; les haría más parecidos a mí”
Carlos Berlanga

Hoy hace exactamente cinco años que una larga enfermedad hepática se llevó para siempre al personaje de la foto. Yo me he enterado de casualidad, no he visto ninguna noticia al respecto.

¿Quién es ese hombre? (Dios mío, esto empieza a parecerse a los Gavilanes).... Quizá, a primera vista, al lector le parecerá igual de conocido que Miguel Sebastián antes de ser designado candidato a la alcaldía de Madrid. Pero la cosa cambia si les digo que de su pluma (la de escribir, entiéndase) salió la frase: “tengo los huesos desencajados....” que ¿cuántas veces hemos bailado?

Carlos Berlanga (Madrid, 1959-2002), hijo menor del famoso cineasta, es uno de los personajes fundamentales en el movimiento musical del Madrid de los 80, la denominada Movida. Su carácter introvertido y sus fuertes inquietudes artísticas le convirtieron en el "raro" de la familia, el inadaptado, el que prefería escuchar Discos de David Bowie y Diana Ross mientras sus amigos jugaban al fútbol. Quizá eso le llevó a hacerse amigo inseparable de Nacho Canut (también el “raro” de su familia bien), con quien fundaría Kaka de Luxe, precursor de Los Pegamoides y de Dinarama.

La corta carrera musical de Berlanga produjo éxitos del calibre de “Bailando” (auténtico himno generacional), “Ni tú ni nadie”, “A quién le importa” o “Perlas ensangrentadas”. La calidad musical de sus composiciones le hizo situarse a años luz del resto de bandas de su época (con la excepción de Nacha Pop y pocos más).

Pero él siempre se mantuvo en segundo plano, circunstancia motivada tanto por su timidez natural –siempre le tuvo fobia a los escenarios- como por el carácter arrollador de Olvido Gara (Alaska), vocalista de su grupo. Reservado, nunca apareció como figura central del grupo, limitándose a expresar sus emociones mediante la música y la voz de Alaska. Como ejemplo, mientras muchos músicos de su generación proclamaron abiertamente su homosexualidad sin miedo a recibir porrazos de los grises, Berlanga lo hacía a su manera: Alaska recitaba la letra de “Un hombre de verdad” (Sin dudar / iré a buscar / quiero encontrar / un hombre de verdad / me arrastraré/suplicaré...) mientras pocos sabían que el tema estaba “dedicado” por Berlanga a uno de sus ex novios.....

El Pulpo recuerda hoy a uno de los mejores creadores de la música española, de los que rara vez aparecen. Quizá la vorágine de la Movida ha hecho que su talento nunca haya estado suficientemente valorado. Cinco años después, aún lo echamos de menos.