martes, 2 de septiembre de 2008

“They tried to make me go to rehab, and I said no, no, no”
Amy Winehouse

Cierto es que tras unos meses de inactividad pulpera uno pierde la práctica escritora, así que en esta vuelta gradual me agarraré a un tema facilito, conformándome con repartir un par de puyazos, por aquello de matar el gusanillo.

Hace unas semanas Arganda del Rey (Madrid) acogió el Festival Rock in Rio, cuyo heterogéneo cartel –esa es otra historia- reunió a artistas como The Police (bastante en forma, por cierto), Franz Ferdinand o Amy Winehouse. No se me pasó por la cabeza acudir al concierto -a la vejez, viruelas… y aversión a las aglomeraciones-, así que preferí seguirlo en la tele. Sobre todo por la curiosidad de ver a la señorita Winehouse en concierto, dadas las pasiones que desata últimamente.

Imagino que mi decepción fue menor comparada con la de aquellos que, teniendo cierto criterio musical, pagaron la entrada del concierto para ver a la inglesa de moda engañándoles, porque no se me ocurre otro término mejor, en el escenario. La chica en cuestión es buena cantante, dispone de temas bien construidos y de una banda solvente, etc…. Incluso hace un tiempo hasta tenía su puntito, antes de convertirse en drogadicta profesional y, por supuesto, antes de contratar a su peor enemigo como estilista (consecuencia de lo anterior, entiendo). Pero el espectáculo que ofreció en Madrid fue sencillamente impresentable. Cualquiera que haya visto el concierto y guste de cantar en la ducha habrá advertido que lo hace con bastante más pasión que la señorita Winehouse en el escenario de Arganda.

Y lo peor es que, teniendo en cuenta lo que llueve últimamente en la industria musical, no me creo que los directivos de la discográfica de Ms. Winehouse estén preocupados por su comportamiento, sino más bien todo lo contrario. No me parece mal, todo el mundo tiene derecho a vender lo que quiera, siempre y cuando se mueva en la legalidad. El problema es que cuando el producto que vendes es básicamente marketing con algo de música, corres el riesgo de convertirte en un Pete Doherty de la vida. Sí, hombre, ese vocalista del legendario grupo Babyshambles –no, yo tampoco conozco ninguna canción-, cuya principal función en la vida consiste en actuar de novio chungo y malote de Kate Moss, además de ser un firme candidato al Guinness por las uñas más roñosas.

Pues eso. Seguro que habrá fans de Amy que discreparán con estas líneas, pero uno ya empieza a peinar ciertas canas como para tragarse el cuento de la Winehouse. No, no, no…….