
William A. Foster
Curioso país en el que vivimos. Cuando pensamos que lo hemos visto todo y que nada nos sorprende, va uno y se encuentra con sujetos como el que hoy nos ocupa. Reconozco que cuando descubrí su existencia mi reacción fue de descolocamiento, similar al de muchos guiris ignorantes cuando se dan cuenta de que en Ejpaña hay sitios donde llueve, que mucha gente no duerme la siesta y que hay vida después del Real Madrid.
Rafael Ojeda (Sevilla, 1978), alias “Falete” –hay que reconocer que el apodo es ingenioso, teniendo en cuenta la virilidad del personaje-, debutó en el teatro Lope de Vega de Sevilla con 17 años, como miembro del grupo acompañante de La Chunga. Desde entonces ha ido ganándose el aplauso de público y crítica, creciendo en popularidad hasta convertirse en una de las voces de referencia del flamenco y la copla contemporánea. El lector curioso descubrirá, con una simple wikibúsqueda, que el cantante sevillano ha recorrido escenarios no sólo nacionales, sino plazas del pelo de Nueva York, Chicago o Tokyo. Ahí es nada.
Es cierto que su aspecto produce cierto repelús (un artista cuya pinta es un híbrido entre Rocío Jurado y Piraña de Verano Azul es difícil de ver), y el hecho de que su padrino sea Jesús Quintero –famoso por llevar a su programa a freaks de la más diversa calaña- no da mucha confianza. Pero todo cambia cuando uno le escucha cantar. Hagan la prueba.
En la España flamenca de los cantaores de pelo en pecho, en la de las parejas de toreros y folklóricas, en la del “o semos o no semos”, parece difícil dar cabida a personajes como el de la foto. Pues ahí está, y por algo será. Debe ser que la calidad musical supera a veces todas las barreras.
Curioso país en el que vivimos. Cuando pensamos que lo hemos visto todo y que nada nos sorprende, va uno y se encuentra con sujetos como el que hoy nos ocupa. Reconozco que cuando descubrí su existencia mi reacción fue de descolocamiento, similar al de muchos guiris ignorantes cuando se dan cuenta de que en Ejpaña hay sitios donde llueve, que mucha gente no duerme la siesta y que hay vida después del Real Madrid.
Rafael Ojeda (Sevilla, 1978), alias “Falete” –hay que reconocer que el apodo es ingenioso, teniendo en cuenta la virilidad del personaje-, debutó en el teatro Lope de Vega de Sevilla con 17 años, como miembro del grupo acompañante de La Chunga. Desde entonces ha ido ganándose el aplauso de público y crítica, creciendo en popularidad hasta convertirse en una de las voces de referencia del flamenco y la copla contemporánea. El lector curioso descubrirá, con una simple wikibúsqueda, que el cantante sevillano ha recorrido escenarios no sólo nacionales, sino plazas del pelo de Nueva York, Chicago o Tokyo. Ahí es nada.
Es cierto que su aspecto produce cierto repelús (un artista cuya pinta es un híbrido entre Rocío Jurado y Piraña de Verano Azul es difícil de ver), y el hecho de que su padrino sea Jesús Quintero –famoso por llevar a su programa a freaks de la más diversa calaña- no da mucha confianza. Pero todo cambia cuando uno le escucha cantar. Hagan la prueba.
En la España flamenca de los cantaores de pelo en pecho, en la de las parejas de toreros y folklóricas, en la del “o semos o no semos”, parece difícil dar cabida a personajes como el de la foto. Pues ahí está, y por algo será. Debe ser que la calidad musical supera a veces todas las barreras.